Reacción Inesperada

Como todos los jueves se reúne Fabián con sus amigos a jugar su clásica partida de póquer, ya estoy acostumbrada a pasar esas horas inadvertida para ellos, no me quejo, sé que les encanta estar juntos, es su día de reunión, comentarios y liberarse de la tensión laboral. Como es costumbre, gracias a Gonzalo la noche se me hace más llevadera, es nuestro amigo desde hace más de una década, a él no le gustan las cartas, más bien le gusta hablar de trapos y tratamientos de belleza, os podéis imaginar, es más femenina que yo. Nunca nos importó su condición sexual, es un buen hombre y sobre todo algo que valoramos en él es que un tío legal, para mí eso es una gran virtud que admiro de mis amigos. La noche transcurre como de costumbre en la habitación, cada vez el humo es más espeso, nos hace más de una vez toser, los ojos se ponen irritados, así que decidimos Gonzalo y yo irnos a la cocina para seguir con nuestra charla de trapos, por otra parte, no, nos echaran en falta, pues bastante ocupados están marcándose faroles y escaleras de colores. Ya en la cocina nos ponemos unas copas de vino y unas aceitunas para picar, la conversación se va poniendo de lo más interesante, pues Gonzalo me cuenta que ha roto con su pareja hace unos meses, no nos dijo nada para no preocuparnos, él si algo tiene es que es muy reservado sus sentimientos los tiene siempre muy protegidos la verdad es que es un ser especial nadie hubiera adivinado que era homosexual, pues como hombre tiene todo, un buen físico aparte que como persona es excepcional. Dentro de mí, me salió un gesto cariñoso, para consolarle, pues, cuando me lo estaba contando, sus ojos se enrojecieron y le acerque hacía mi, diciéndole que todo se pasa en esta vida y más tarde o más temprano volvería a enamorarse de nuevo. Me dio las gracias y seguimos con nuestra charla … Se iba acercando la media noche y todavía seguía la partida, me acerqué al salón a preguntarles si necesitaban algo, pues en breve me iría a dormir. Mi marido, con un gesto, me dio a entender que no, que podían arreglárselas solos; así pues, me despide de todos con un, hasta mañana, chicos, suerte y no me despluméis al pollo. Cuando regrese a la cocina allí seguía Gonzalo con otra copa de vino en la mano, le propuse para que no estuviera tan decaído que porque no subía conmigo como tantas veces y me ayudaba a depilarme las cejas, pues más de una vez me las hizo y quede contentísima, él accedió y nos pusimos camino al cuarto de baño.

Una vez allí, me desnudé mientras él sacaba lo necesario para depilarme, me puse mi albornoz y me recogí el pelo, una vez lista me senté en el taburete y le dije: — Ya estoy lista ponme bella que mañana nos vamos de compras. Jaaa, le salió una bella sonrisa - eres una amiga - ya y tú un lindo amigo, le contesté — Lucia, gracias por estar en los momentos más difíciles, te agradezco, sé que estás muerta de sueño y me has hecho subir no para depilarte sino para que mi mente no esté pensativa. —A ver Gonzalo, no me gusta verte triste y sé que duele la perdida de tu pareja, pero es la vida y debes de recuperarte. — Lo sé, pero necesito tiempo. — Sabes que estoy aquí para escucharte, si te apetece puedes contarme lo sucedido, como tú quieras, si crees que te sentirás más aliviado adelante, si no lo entenderé. — No me importa decírtelo, todo sucedió muy rápido, llevábamos un tiempo que nuestra relación sexual iba de mal en peor. Néstor se quejaba de que nunca estaba disponible, que siempre le ponía excusas y que algo me estaba sucediendo, que me encontraba raro. La verdad es que llevo un tiempo un poco confuso, no duermo bien y me paso el día distraído y no sé qué me ocurre, mi libido se ha debido de ir de vacaciones. —Ja, ains hombres, puede que el trabajo te tenga en tensión no sé, esas cosas cuando llevas tiempo con una pareja suelen pasar. —Si, quizás tengas razón, pero hay algo más. —Toda oídos soy. Gonzalo se quedó pensativo, cabizbajo y en un arranque de sinceridad, se puso junto a Lucia y cogiéndola la mano, le dijo mirándola a los ojos: — Lucia, si te dijera que llevo una temporada que pienso en ti de una forma diferente que me dirías. No sé, quizás es porque últimamente pasamos mucho tiempo juntos y eso hace que muchas veces los sentimientos se confundan. Nosotros somos amigos desde hace mucho tiempo y aparte de confidentes yo te cuento todo y me conoces mejor que nadie, tal vez eso te confunda, pero no sé … ¿En qué forma piensas en mí? — Cuando estamos solos, tú y yo siento que me atraes de forma física, antes ninguna mujer me hizo sentir tal sentimiento, no solo te admiro como persona, sino que me excito estando a tu lado. Dirás que como puede ser si nunca tuve relación sexual con ninguna mujer, pero es así, y eso me esta volviendo loco, no me entiendo a mí mismo. Creo que por eso Néstor se debió de darse cuenta y no me lo dijo así tan abiertamente me dejo insinuar que si no tenía ganas de él era porque algo estaba cambiando en mí. — Lucia, tengo miedo, mucho miedo, no quiero perderte como mi mejor amiga, pero te diré algo… Me muero por besar tu boca. —¡Gonzalo! Por dios, me estás asustando. —Tú siempre has dicho que te gusta de mí, mi sinceridad, pues, es lo que siento, tenía que decírtelo, me estaba ahogando yo solo, ahora ya lo sabes, dime algo por favor. No supe que contestarle, solo me eche manos a la cara y me tape mis ojos, pues mis lágrimas caían por mis mejillas sin consolación, estaba en un mar de dudas, pues siempre me atrajo. Me gustaba en él todo, su sensibilidad, la complicidad y porque estaba tremendamente sexy. Jamás pensé en él como hombre, sabía que las mujeres no le atraían, y ahora allí en mi cuarto, los dos solos, yo medio desnuda se me había declarado, no podía creer lo que estaba sucediendo. Con una delicadeza extrema, me agarro por los hombros y me quito las manos de la cara, me cogió de la barbilla y me alzo hacia arriba, con esa dulce voz, se puso a mi altura y me susurro. Por favor Lucia, no quiero que llores más, perdóname si he sido demasiado claro, pero entiéndeme me estaba quemando por dentro este sentimiento.

No sé cómo paso, pero en un instante nos fuimos acercando y nuestros labios se rozaron primero, ninguno de los dos hicimos nada por separarnos, fue una delicia sentir su boca en la mía, así estuvimos mordiendo nuestros labios, saboreándolo hasta que abrimos nuestra alma. Fue cuando nuestras lenguas se fundieron en lo que fue un volcán de sensaciones, nuestras manos acariciaban el cuerpo del otro, sentí sus manos en mis senos desnudos y como el albornoz caía al suelo, quedaba totalmente desnuda ante él. Me miro con tanto mimo que me hizo sentir la mujer más bella del mundo, me cogió de las manos al levantarme, sentí su cuerpo tan cerca de mí, que oía su corazón latir desbocado, con su mano me hizo acariciar su torso, y poco a poco le fui desnudando hasta dejarle en ropa interior, juntamos nuestros cuerpos con ganas y al sentirnos tan dentro de nosotros dimos rienda suelta al sentimiento que acabábamos de despertar. La pasión fue desbordaba, pareciera que nunca hubiéramos estado con otra persona íntimamente, en un arrebato de locura me giro contra la pared y me abrió de piernas, sentí como su cuerpo se apretaba junto al mío, su miembro estaba totalmente eréctil estaba junto a mis mulos, jugaba entre mis piernas. Él no dejaba de besarme la espalda y con las manos acariciaba todo mi cuerpo, me estaba llevando a una excitación extraña, pues su manera de tocarme no era igual que cuando tenía relación con mi marido. Estábamos llegando a un punto de locura, cuando me abrió más de piernas y me dijo, no te asustes, te prometo que no te haré daño, estás muy lubricada y más que estarás, sentirás como te penetro y llegaras a un punto que me pedirás mucho más, y yo te lo daré. Así fue, con sus dedos, me masturbaba mi clítoris y mi vagina, no sé cuantos orgasmos pude llegar alcanzar, con la otra mano iba y venía entre mis glúteos, se acercaba a mi ano y en un momento note como lo chupaba con sus labios para después introducirlos dentro de mí. Oh MM, ¿te hago daño, me dijo? No, es una sensación rara, dime si no te gusta lo dejo. — Sigue, pero con cuidado, mientras no paraba de masturbarme, mis piernas temblaban de tanto placer en un orgasmo, casi me derrumbo porque el gusto que sentí no tenía nada que ver con lo anterior, era… No sé, no tengo palabras, me derretía, sentía como mi cuerpo flotaba en el aire, fue en ese momento donde mis gemidos eran cada vez más altos cuando penetro dentro de su verga, poco a poco, sentirla fue maravilloso, primero despacio oía como mis jugos la dejaban bañada, esto la daba margen a que la penetración fuera más rápida, hasta que por fin estaba toda dentro de mi cuerpo y me deje llevar por sus movimientos. Fueron minutos de pura furia, su boca me mordía el cuello, me lamía con su lengua, la espalda y su voz cuando le permitía, me decía todo tipo de cosas, bellas, sensuales y hasta fuera de lo que entendía como normal, era hacer el amor con alguien que dominaba a su pareja pero con tacto y sobre todo con ganas de hacerla gozar. Al alcanzar su orgasmo salió de mí y lo derramo sobre mi espalda, cálido bajo hasta donde está permitido, caímos rendidos al suelo, abrazados y sobre todo satisfechos, jamás, tuve más orgasmos y jamás desee tanto a un hombre. Cuando pudimos reaccionar, nos miramos y no nos dijimos nada, nos besamos, esta vez era pura ternura y algo más… amor.



Estábamos empapados en sudor, jugos y semen, con lo cual, sin decir una sola palabra, nos metimos en la ducha, nos enjabonamos y jugamos, éramos dos adolescentes enamorados y queriendo comernos el tiempo y el mundo. Los besos eran cada vez más pasionales hasta llegar a tener otra vez ganas de hacer el amor, y esta vez quería ser yo, la que dirigiese toda la acción. Mis manos se fueron a su pene que estaba ya en erección, cogiéndolo entre ellas, le acaricie, no solo el miembro, sino sus testículos, le oí que dio un leve gemido, eso me gusto, se dejó hacer y seguí acariciándolo cada vez más fuerte. Con mi otra mano, rozaba con las yemas de los dedos su espalda hasta bajar a su lindo culo, allí le rocé sin llegar a su orificio, solo alrededor le masajeé, él temblaba del placer que le producía, no me lo dijo, no hacía falta, su cuerpo vibraba. Sin dejar el agua de caer de la ducha, baje hasta el suelo de esta y abriendo sus piernas, quede arrodillada delante de él, con su miembro en mi mano la fui acercando hacía mi boca, primero la besaron mis labios y mi lengua paseaba todo su contorno, eso hacía que Gonzalo diese un pequeño espasmo y de su boca saliera la palabra, dame más diosssss. No le hice esperar, abriendo mis labios la introduje poco a poco, saboreándola todo lo más que podía, era dulce, al menos a mí me lo pareció, se adaptaba perfectamente a mi boca, chupaba como si me comiera un helado el más sabroso que jamás haya probado. Estaba tan dura que parecía que iba a correrse de un momento a otro y eso no quería, así que después de darle todos mis mimos, me dispuse a dejarla un poco descansar. Cuando la saque de mi boca, me fui a la suya y con su sabor le bese, nuestro ardor eran tan grande que nos fuimos resbalando hasta quedar en el suelo de la ducha los dos uno junto al otro abrazados. No sé cómo se las compuso, pero en un movimiento le tenía entre mis piernas con las mías en sus hombres subidas, lo cual dejaba toda mi intimidad al descubierto ante él … La miró, me miro y sin darme tiempo a decirle nada, le tenía comiendo dentro de mi vagina, su lengua era juguetona, me hacía retorcerme y aullaba como una gata en celo, cuando llego a mi clítoris mi vagina era un charco no paraba de tener orgasmos y mis jugos salían como si me estuviera exprimiendo. En una arrancada le cogí de la cabeza y le agarré para que saliera, no podía más, por diosssss déjame, me vas a matar. Es lo que quiero que sientas tanto que no quieras follar con nadie más que conmigo. Al decirme eso, me derramé tanto que pensé que estaba mojando la ducha y sí, pero era de placer, fue cuando me dijo … — Lucia, vas a ser la primera mujer que voy a penetrar, espero que no te decepcione, pero te deseo y quiero amarte como se ama a una mujer. Dios, fue maravilloso, su forma de penetrarme, dulce, suave, pero ardiente y salvaje, una mezcla de todo ello, sentirle dentro de mí, saber que era la primera vez que estaba con una mujer, eso me hizo especial. Se movía con soltura, mis caderas iban a su compás, entraba, salía y yo con él, así durante un tiempo que fue intemporal hasta que los dos nos dimos cuenta de que ya no podíamos más y nos corrimos al mismo tiempo su semen se quedó dentro de mí, y mis jugos corrían su verga. Nos fundimos en un beso pasional, lujurioso hasta que su pene salió de mí, no nos movimos porque queríamos sentir ese momento único, no habría otro igual. Terminamos extenuados, pero algo había cambiado en los dos, no me arrepentía de nada, lo hicimos sabiendo que éramos conscientes de ello, y lo mejor, de todo fue que queríamos seguir con nuestro secreto, nuestras vidas cambiarían para siempre, pero nuestro amor se hizo más fuerte. Fabián, nunca se enteró de nuestro secreto, al contrario, nos veía como siempre, aunque nuestras miradas eran diferentes, guardábamos la compostura, no queríamos hacer daño, por hacer, aunque parezca una hipocresía amada a esos dos hombres cada uno me daba una faceta de mi vida diferente. Las cosas a veces cambian y no se sabe por qué … Solo admitamos que todo sucede por algo, esta vez para darnos felicidad y placer, dos cosas que son difíciles de encontrar. Campirela_

6 comentarios:

  1. Un relato exquisito.... felicidades

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    1. Muchas gracias Dav tor por leerlo .
      Un abrazo .

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    2. Fue un placer disfrutar de tus palabras. Como un espejo q refleja cada detalle. Saludos

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    3. Mil gracias por regresar ..
      Un saludo y feliz noche.

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    4. Espero que las musas vuelvan a visitarte y escribas otro relato tan intenso como este. Te animo a ello y te invito a mi blog (recuerdosdenoche) ya muy abandonado...

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    5. sii, de eso seguro , y ya te visité y vi que hace tiempo que no subes nada .espero que vuelvas a escribir ,me gustaría leer algo tuyo nuevo .
      Gracias ..una feliz noche.

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